Un equipo de científicos noruegos ha hallado fragmentos de un micro
continente sumergido bajo las aguas del océano Índico, entre la India y
Madagascar, según revela un estudio publicado en la revista ‘Nature
Geosciencie’.
Las pruebas de este ‘continente perdido’ se han
encontrado en Mauricio, una isla volcánica a unos 900 kilómetros al este
de Madagascar.
Los basaltos de mayor antigüedad encontrados en la isla tienen alrededor de nueve millones de años.
El
análisis de los granos de arena de la playa que Jamtveit y sus colegas
recogieron en dos lugares distintos de la costa de Mauricio revelan la
existencia de unos 20 circones -cristales diminutos de silicato de
circonio que son extremadamente resistentes a la erosión y al cambio
químico– de un tamaño notablemente mayor, lo cual atrajo la atención de
los científicos.
Los circones habían cristalizado en granitos u
otras rocas ígneas hace al menos 660 millones de años. Incluso uno de
ellos se formó hace al menos 2.000 millones de años.
Los circones
revelan la existencia de fragmentos de un antiguo microcontinente bajo
las islas Mauricio, parte del cual ha emergido a la superficie debido a
una reciente actividad volcánica, señala el estudio.
Asimismo, en
la publicación se señala que es probable que el suelo del océano Índico
esté cubierto de fragmentos de tierra ocultos que se desprendieron al
romperse la Pangea, un supercontinente que existió al final de la era
Paleozoica y que agrupaba a la mayor parte de las tierras emergidas del
planeta.
Este supercontinente comenzó a agrietarse hace unos 200
millones de años, dando lugar a los continentes que conocemos hoy en
día.
Muchas veces pensamos que lo sabemos todo, que raramente nos
conseguirán sorprender, nos creemos seres superiores a todos los demás,
pero nos equivocamos al hacerlo.
Somos incapaces de dar respuesta a
gran cantidad de preguntas y esta es una de ellas. Repentinamente
aparece un nuevo pero a la vez viejo continente, un lugar recóndito de
la tierra, escondido y olvidado en sus profundidades, aunque muchos nos
sentiremos indiferentes ante tal hallazgo.
No sabemos valorar las
cosas ni su porqué, aunque también nos juega una mala pasada la
incredulidad, el no querer creernos que en las profundidades de nuestro
hogar, la Tierra, aún una gran desconocida para nosotros, se encuentran
restos de un antiguo continente, de un lugar que tiempo atrás llegó a
albergar vida y que ha sido testigo de los cambios de nuestro mundo, un
lugar inexistente, perdido en el océano e invisible en los mapas.